5 de febrero de 2013

El sentido de la vida

Hace un tiempo que vengo escuchando, leyendo, viendo en TV, historias de personas que se animaron a vivir en compromiso con su misión y su PASIÓN: a ser felices. La mayoría de ellos siguió un impulso irracional de llevar a un “nivel superior” algo que –desde niños- hacían con facilidad y les daba un gran placer: el tiempo volaba y la sonrisa permanecía en sus rostros.

Desde que tenía casi 6 años, la pregunta que me quita el sueño es: ¿Para qué vine a este planeta? ¿Cuál es el sentido de mi existencia? Lejos de acercarme a una visión filosófica a esa edad, la pregunta me acompañó hasta hace poco: nadie la respondió, hasta que estuve dispuesta a detener-ME y escuchar-ME.

Creo que todos tuvimos una "pasión de juventud", algo que amábamos hacer y que -por alguna razón- terminamos olvidando.  Muchas veces “eso” que amábamos hacer, pudo ser minimizado por nuestros padres, o quizás molestaba a alguien… Así, muchos de nosotros dejamos ese AMOR en el olvido y ese camino, quedó trunco.

En mi caso, de pequeña era una máquina de preguntas… se me ocurría preguntar –desde mi particular mirada del mundo- cosas que la más de las veces incomodaban a los adultos y dejaban sin respuestas a mis pares.  Había pocas cosas que hacía tan naturalmente… ¿Y cómo eso se transformó en el eje de mi vida?

Hace un tiempo, me invité a recordar y luego volver a contactar con esa pequeña y que acepté dejar dormida. Me di cuenta  que ese amor nunca muere.
Al principio, fue un tímido reencontrarse... reconocerse. Después fuimos acercándonos hasta recuperar a esa que me trajo hasta aquí, a Ser quien soy hoy.

Y TU PASIÓN, ¿CUÁL ES?...

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